Otoño
El otoño es mi estación favorita del año, con las hojas de mis nogales amarilleando tras la recogida de los codiciados frutos que nos darán sustento durante todo el invierno.
Vuelven los rebaños a pastar seguidos de sus corderos níveos y esponjosos.
Y las manadas corren libres por las verdes colinas, mientras reclaman a sus potros con su relinchar.
Su cuerpo se cubre ya de ese manto lanoso que permanecerá en su cuerpo, desde sus crines hasta sus cascos, hasta el fin de las últimas nieves.
El amanecer se torna húmedo y frío, al compás de mi caminar diurno, cumplido religiosamente día tras día, haga frío o nieve.
Acompañados mis pasos de ese olor enmohecido, una mezcla de hojas, tierra y madera humedecida, que recorre todo el valle.
Empiezan a encenderse los primeros fuegos, con esa madera limpia secada al sol del verano, que llena la casa de un nostálgico olor a regaliz de palo.
Añoro las noches al calor del fuego, con esa luz mágica que solo brilla durante el invierno.
¡Estoy contando los días!